"NO VOLVERAN" Por Orlando Urdaneta
Luego de que me endosaran algunas cosas que nunca escribí, me animo a volver a escribir una reflexión, que presento respetuosamente, a todas las partes en conflicto.
Algunos de los que creyeron mías esas cartas, respondieron desgañitados con el famoso “no volverán” que en mi escasa cultura me parece tomado de la dignamente triste y famosa Guerra Civil Española. Y cuando veo a los personeros del gobierno, a sus familiares, gastándose nuestro dinero en los centros comerciales de Florida, también yo rezo: “no volverán” Porque, ¿se imaginan ustedes a La Pasionaria? Símbolo de la mujer comprometida con las luchas sociales más nobles. Su vida austera, antes y después de la lucha armada, no dejan duda. Sería imposible imaginar a Doña Dolores, paseando por las tiendas de Milán. O entrando al atelier de algún famoso de entonces. O Madame Ibárruri, departiendo con Coco Channel (¿muy joven?) en Monmatre. Todo ello a cuenta de una abultada chequera, producto de su lucha. No la podemos imaginar girando contra su sacrificio. Contra el banco de Sangre de los españoles, de ninguno de los dos bandos. Ahora díganme que ella, no era comunista. O que todavía no se había inventado la revolución bonita.
¿Se concilia la ejemplar vida de, la que eligió morir de pie a vivir de rodillas, a la actitud de los delincuentes de cuello verde y de cuello blanco que hoy secuestran nuestra libertad, nuestra democracia y el futuro de nuestros nietos, todos? Los de todos. Porque son los hijos de todos nosotros a quienes han de heredar, la ruina. El horror, presente y por venir.
Mucho critiqué en su tiempo a aquellos políticos de la cuarta que se creyeron dueños de todo. Que portaban lo que llamé entonces, la “Guasina Credit Card” La patente de corso que le daba, haber portado grilletes por querer fundar un país.
Nada justifica el saqueo de unos ni de otros. Los guisos en base a Pimentón, son tan asquerosas como el de, los ojos de gato. El barco a Bolivia, o la entrega del Esequibo. Pasado. Triste, muy triste, pero pasado. Irremisiblemente irrecuperable, pero si queremos, es también, irrepetible. Ahora, de lo único que somos dueños y accionistas reales es del presente. Somos propietarios del presente y responsables del futuro. Seamos de izquierda, de derecha, de centro, moderados o apolíticos, nada nos salva de ese protagonismo.
Todo esto es para ver si clarificando, qué queremos decir cuando gritamos o nos gritan “no volverán”. Es, para saber si, como me enseñaron en La Habana unos músicos cubanos “estamos todos tocando en la misma página”
Si con “no volverán” nos referimos a los políticos que crearon una casta militar “sangre de horchata” para alejarlos de un golpe de estado, ya conocemos sus éxitos. Si “no volverán” los banqueros que saquearon tres veces al país, estamos en la misma página. Si “no volverán” los barraganismos palaciegos de unos y otros, sigue sonando bien. Si “no volverán” los pactos entre partidos para repartirse el país, cual jugoso botín, suena mejor aun. Si “no volverán” las licitaciones a dedo ni el mismo constructor para todas las autopistas, con el gobierno que sea, ya parece que estuviéramos, no solo tocando en la misma página. Si no, bajo la batuta de Gustavo Dudamel. Que nota. Si “no volverán” alude a los empresarios enquistados en las altas esferas civiles y militares, que tan solo cambian el nombre del general o del ministro de turno, en el jugoso cheque que depositan en esas cuentas que tienen estos funcionarios en el extranjero, les juro por mi vida, que no volverán.
¿Estamos diciendo “no volverán” a los jueces corruptos? ¿A los tribunales-bodega, donde se despacha justica por peso? ¿A los poderes secuestrados por las tribus de abogados – senadores que desde el Congreso ejercían de “perdonavidas”? ¿Al árbitro electoral para el cual todo éramos iguales, pero algunos más iguales que otros? Por mi, se pueden podrir en un calabozo.
Pero ¿“no volverán” las industrias, los banqueros, el trabajo, la cultura, la educación, la salud, el deporte, el aseo, las calles asfaltadas, las aceras, el riego, la oportunidad del limpio, la propiedad privada y la seguridad personal? Si eso es así, creo que estamos desafinando.
Como desafinamos con todos los planes de salud (Barrio Adentro) educación (Misiones) Industria (Petróleo y Siderúrgica) o Comercio (Mercal). Eso sin contar con la hambruna que se come al pueblo, la basura que lo asfixia y la orfandad del más mínimo asomo de socorro en su miseria. Todo por andar inventando el hilo negro, como antes. Nada diferente. Ni siquiera podría afirmar, peor que ahora, porque no lo sé. Los de antes se decían preparados. Amantes del país. Guardianes de la democracia.
Esa democracia que después bautizamos, con toda justicia “chorocrcia” que fue el origen a esta magma que nos asfixia. A esta pesadilla inconclusa, con Guasón pero sin Batman. A esta lobotomía nacional que se come el cerebro de todos. Nos enfrenta. Nos divide. Exalta odios que desconocíamos y actitudes que jamás ni nunca, habitaron antes nuestro corazón. Emociones que por falsas y por inducidas, podremos desterrar con un simple ejercicio de memoria:
¿Cómo vivíamos? ¿Quiénes eran nuestros amigos? ¿Quiénes eran nuestros enemigos? ¿A dónde no podíamos ir? ¿A qué no podíamos aspirar? ¿Por dónde nos daba miedo circular? ¿Cuánto podíamos comprar? ¿Dónde y cómo lo conseguíamos? ¿Qué escaseaba? ¿Cuán peligroso era ir al estadio? ¿Cuál era el problema para papar una partida de dómino con tres desconocidos? ¿Cuántos vecinos teníamos, queridos y que nos querían? ¿Por qué me provocaba escuchar a cualquier cantante o grupo, sin preguntarme jamás, si era de izquierda o de derecha? ¿Cómo era posible que me pudieran gustar, Alí Primera, Serrat, Soledad Bravo, Los Guaraguao, Los Darts, Oscar de León, Silvio Rodriguez, Julio Iglesias y El Puma, al mismo tiempo? ¿Que Tito Rodriguez y Alberto Cortez, compartieran anaqueles con Muñiz y Sinatra? ¿Era raro eso?
Yo creo que sin saberlo, por una elección natural, estábamos todos “tocando en la misma página” y no tenemos nada que agradecer a quien acabó con eso, porque al desarmonizarnos nos destruyó, nos lleno de odio, nos colocó a unos contra otros. Y mientras tanto, él, por allá arriba siguió cuadrado con los mismos de siempre, más los de su banda que trajo al asalto. Digo, los que le quedan. Y sumados aquellos que va incorporando, entre petrochulos y trotaconventos de oficio, tanto nacionales como extranjeros. Medios de comunicación entre serviles y secuestrados. Mención aparte merecerá, la instauración de la nuestra Republica Cocalera como casa matriz de La Jihad, en América y a tres horas de USA.
Ese “no volverán” es para aquellos que sabemos, no pueden, ni deben volver.
Pero la soberanía, la ética, la honestidad, la salud, la seguridad, la cultura y la educación, deben volver y van a volver. Emprenderemos juntos la recuperación, respirando paz y reconciliación. Y entraremos al siglo XXI de la mano de la prosperidad. Y cuando entonemos el reencuentro, bajo la batuta de Dudamel, estaremos todos, tocando en la misma página. ¿Qué me dicen… volvemos?
Orlando Urdaneta
(lo tomé prestado de su pagina web)
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